domingo, 24 de junio de 2012

bienestar y otras epidemias del siglo XXI

El bienestar... ¡Oh! gran virtud heredada del siglo XX, acostumbrado a ir al cole, al insti, a la facultad, volviendo todos los días a casa y tener la cena hecha, mmm "acábate la ternera" "la merluza es muy buena para estudiar" "tomate el actimel", volviendo todos los fines de semana y festivos al pueblo, cenar con los colegas una pizza, salir, unas birricas, volver tarde a casa y así dos o tres días a la semana. Que tienes que moverte, le robas el coche a tu madre que la gasofa corre por su cuenta, que un colega se va de Erasmus... vamos a visitarlo. Sales de clase... un cafelito, sales de la biblio... una coca cola.gana el PP, gana el PSOE, gana el PP... no les he votado, pero que más da. Que ligas en la disco a 8 euros el cubata, te pillas el coche de papá y te vas a la segunda o tercera residencia... la que esté vacía, que hay que vivir la juventud, que vida, ¡NO! que vidorra.

Pero un día te levantas y la familia no es el colchón de nubes que era, el progenitor X ha rehipotecado casa, los ingresos de la empresa familiar ya no son lo que eran, al progenitor Y el gobierno le ha recortado el sueldo, la tensión aumenta, los valores tradicionales de la familia se derrumban conforme la fachada de una familia feliz implosiona, ahora el colchón eres tú, pero más que un colchón eres un saco de boxeo, parece ser que la irresponsabilidad familiar se funde con la tuya propia y todos los grandes problemas son responsabilidad de uno mismo. Decides huir.

Entonces otro día te levantas feliz de haberte escaqueado de tanto rollo y te encuentras psicológicamente más estable, haces la compra, te haces la cama, limpias casa, estudias, pero al día siguiente ocurre algo... no hay dinero.
Entre los dos progenitores tienes unas entradas de unos 450 euretes, cantidad nada despreciable pero... 200 de alquiler, más de 90 en gastos, te dejan con menos de 200 para vivir, visitar a la familia y amigos los fines de semana deja de ser rentable, salir de fiesta empieza a ser impensable, los cafés ahora se tienen que hacer en casa, comprarse los libros de clase se transforma en la servidumbre del sistema de préstamos, y reprografía un lujo, los amigos empiezan a mirarte raro... apareces después de que cenen en grupo, no te haces cubatas y no puedes entrar a lugares en los que se tenga que pagar para entrar, te encierras cada vez más en ti mismo y los amigos poco a poco dejan de llamar. La carne roja y el pescado azul son un recuerdo, te das cuenta de que eres casi vegetariano y sin los latones de kilo de atún y el entremuslo de pollo en bandeja, las deficiencias proteínicas te dejan débil.

La ropa empieza a venirte grande, ¡Gran noticia! estás adelgazando, pero no tienes dinero para ropa nueva, la caridad te permite no parecer un payaso, la caridad te permite comer carne, pero los modales de colegio privado desaparecen y un ansia incontrolable hace irreconocible al jovencito del cual se burlaban por pelarse gambas con cuchillo y tenedor. 

Llegar a final de mes sin pérdidas es un logro, pero cualquier necesidad básica, impago, gasto extra puede romper el delicado equilibrio entre comida y gastos, sustituir unas gafas, un curso de libre opción, un libro, una cena especial de 12 euros con tu pareja o unos zapatos, pueden suponer un error fatal, pero pedir ayuda a tus progenitores puede ser utilizado por ellos como arma en sus peleas y juicios empeñados en su destrucción mutua física, psicológica y penal.

Si pensabas que los problemas familiares iban a desaparecer, te equivocabas, aumentan, el hecho de no estar con ninguno de tus progenitores implica para las familias que estás con la otra, y notas una hostilidad, un silencio incómodo y un tratamiento más distante cuando antes eras el hijo predilecto que pueden acabar mal. Todo es culpa de uno por abandonar el nicho.

Descubres el valor de las cosas que antes veías como normales, pero pierdes el valor por la vida misma, sin esperanzas, el jovencito felizón y optimista desaparece, sabes que cientos de miles de tus conciudadanos de tu edad se cambiarían por ti, aumentando el asco y el desprecio que sientes por ti mismo, recuerdas los días pasados más luminosos, más verdes, más felices, mientras que un gris espeso parece monopolizar el paisaje. solo deseas ánimos, contacto humano, una locomotora en la que engancharte para que por lo menos tu vida académica marche como antaño, pero la soledad impera en la universidad, tus amigos y conocidos han desaparecido, abandonando la carrera o engullidos por el plan Bolonia. El gris imperante te transforma en una sombra de lo que eras. 

La confianza que  tenías con la humanidad, de la que tantos se aprovechaban y se aprovechan, prosigue de cara al público, pero una vocecita interior te hace desconfiar incluso de las personas que más quieres, convirtiéndote en un auténtico sociópata, volviéndote loco en los momentos de soledad, no vives, sobrevives, te cambias a un piso más económico y vas rectificando los errores típicos de un mantenido virtualmente emancipado, los días paulatinamente se hacen menos lúgubres y el aire menos espeso, te estás acostumbrando, tus aspiraciones no son las que eran... pero oye, vuelves a tener, la cena y el cine con tu pareja ahora son un helado en el centro para dos, pero el hecho de esperar impaciente a que llegue ese momento, hace que te des cuenta de que te hace más feliz que el mejor de los lujos.

Aunque ese sociópata, desconfiado y acomplejado ahora forma parte de tí y los problemas de toda índole te siguen acosando, sabes que no puedes caer más bajo, pese a que por las noches sueñes lo contrario, lo que hace que te lo tomes con otra filosofía, te sientes como el Coliseo, una ruina solitaria indestructible, pero que de vez en cuando necesita una ayudita, el ladrillo, no es piedra y esta no es mármol, pero si aguanta, bien recibida y bonita es.






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