martes, 11 de diciembre de 2018

Bilis, banderas e infantilismo

Por motivos de cansancio y desdén no alimento este blog caótico y pobre; llevo tres años trabajando ininterrumpidamente y cuanto más ahorro para alcanzar la máxima de una vivienda digna o poder complementar mi formación para optar a otros puestos de trabajo, las cuentas no me salen salvo que eche mano de riqueza ajena.

Podría escribir un libro denominado "Recursos Humanos, los años que trafiqué con personas", pero pasando. En mi día a día veo a gente de entre veintipocos y treintamuchos jodida, no solo en España, sino de toda Europa y más allá; en mi contexto no es difícil ver a la chavalada matarse a machete por una plaza de prácticas y más si pagan unos pocos euros al mes.

La otra cara de la moneda son los afortunados que encuentran trabajo en el sector privado acorde a su formación con un contrato dentro del convenio colectivo que les corresponde (normalmente gente de ciencias) o aquellos que invierten una década de su vida para sacarse unas opos. De emprender mejor no hablar.

Mi percepción es que la cultura del esfuerzo existe y tiene una recompensa, pero no nos engañemos, si no tienes los contactos necesarios la barrera de entrada es titánica y en el tema del alojamiento si no tienes bienes inmuebles heredados: debes pagarlos a medias con alguien o alcanzar algo tan básico como el usufructo de un espacio donde poder vivir devora gran parte de un sueldo mileurista.

Ante esta lacra que ha venido para quedarse, que tiene un nombre y no es otro que pobreza, tengo la sensación de que simplemente hemos aceptado el sino y tanto nosotros como la clase política que se presupone de izquierdas, hemos priorizado otro tipo de luchas, que si bien no son menos justas, son más fáciles a la hora de legislar, de dar titulares y tienen más repercusión mediática y social:

Seamos sinceros, es más posible que vuelva la cadena perpetua para los violadores ante el aplauso de todos los colectivos progresistas (incluyendo los que se oponían a la misma cadena perpetua hace unas décadas) a que se intervenga y socialice el stock inmobiliario que mantiene la banca española gracias a un rescate, irónicamente pagado con el mismo dinero público recaudado a las mismas personas que son expulsadas de sus hogares y con el que también se pagan los sueldos a los que ejercen de verdugos y que de buen grado preferirían estar esposando a criminales de verdad.

Ante este panorama ha aparecido Vox en Andalucía, Vox no propone nada que no proponga Ciudadanos o el Partido Popular en materia de bienestar social salvo financiar más a la caridad a base de recortar gasto en la administración; ellos focalizan su discurso como una reacción garrula al discurso buenista de la izquierda, ahí tenemos los clásicos "España para los españoles", "las leyes de género discriminan a la mitad de la población", "el lobby gay mariconiza a nuestros hijos", "en España se habla español" etc.

Estos son tópicos de bar que nunca se han dejado de escuchar como ruido de fondo y realmente nunca han tenido una visibilidad parlamentaria seria, ya que el PP se puede oponer o abstener a una determinada ley de cara a su electorado más conservador, pero cuando puede rectificar o derogar estas leyes porque tiene mayoría absoluta, no lo hace. Lo gracioso es que esto mismo es lo que dice Vox para justificar su voto como útil.

Cuando aparecen movimientos con banderitas y gente que las sigue, me viene a la cabeza el artículo de Marina Subirats sobre las "utopías disponibles", tan aplicable a los países donde la población ha perdido la fe en el sistema y busca alternativas que permitan recuperar la ilusión en el futuro; por desgracia no suele acabar bien, sobretodo cuando esos movimientos tienen un fuerte acento marcado en el componente étnico o en la identidad nacional, pero si no hay otras propuestas de cambio ¿qué alternativas hay?

Los estrategas de los partidos se han emperrado en la búsqueda del centro hasta el punto de evitar temas o posiciones que les hagan parecer radicales o antisistema, lo divertido es que precisamente gran parte del electorado quiere exactamente eso con independencia del hemisferio cerebral por el cual emita sus exabruptos, por ese motivo cuando Podemos e IU van en coalición tienen menos escaños que por separado y cualquier propuesta política disruptiva con el statu quo tiene serios visos de prosperar con independencia de su espectro político.

Cataluña como en todo, nos lleva la delantera al resto de España; los corruptos catalanes de su estáblisment tiraron de la bandera para cubrir sus vergüenzas, gracias a eso un partido con 300.000 votos históricos de media, ahora tiene un millón ¿cómo es posible que este partido haya fagocitado el voto de izquierdas en Cataluña?¿cómo es posible que su antítesis (Ciudadanos) haya monopolizado el voto "no independentista" en Cataluña?

ERC no ha modificado su discurso político en casi un siglo, no es un partido veleta y si hace diez años su futuro era incierto, ahora pueden decir que por llevar a cabo sus promesas electorales tienen al presidente de su partido en la cárcel sin juicio desde hace más de un año. No solo tienen una utopía disponible y un proyecto de país, también tienen una épica real que ya no se remonta a los condes de Barcelona o a la Guerra Civil, esa épica no sería posible sin la bilis que los medios y los políticos españoles llevan vertiendo a diario desde hace una década.

Si estás en Barcelona pagando más de 500€ por vivir en una habitación en un quinto sin ascensor y tienes un contrato precario con un sueldo mileurista, es posible que si gente con la épica citada detrás te dice que la culpa de tus miserias es del Reino de España, de sus leyes y de sus estructuras de poder, les des algo de veracidad cuando te expliquen el motivo de su lacito amarillo, no me quiero ni imaginar qué se les pasa por la cabeza a personas en una situación similar pero en Andalucía.

Durante la primera Guerra Mundial el estáblisment europeo descubrió una sencilla forma de contrarrestar cualquier tipo de discurso épico, luchas obreras o reivindicaciones de derechos: bilis y banderas; no es infalible pero funciona. 

El problema es que cuando llevas casi veinte años sacando a la palestra bilis y banderas te crecen los enanos naranjitas, y cuando muchos de los que soñaban con tanques y redadas tras la aplicación del 155, han visto como todo se traducía en el Piolín, cuatro porrazos y unas elecciones autonómicas: no es una respuesta proporcional a la bilis que ven por la tele, escuchan por la radio o leen en los periódicos sobre los malvados "golpistas catalanes".

Si a eso le añadimos que vienen cuatro negros en pateras, hay una mora con velo en el Mercadona, alguna pareja de maricones por la calle y una sobreexposición mediática de las políticas de género y de los delitos "de odio" ya sean "ofensas a la bandera", a las "creencias religiosas" o a cualquier colectivo con el que desfogues tu bilis:  aquí tenemos una carrera armamentística amparada por el ordenamiento jurídico español que la moderación no va a ganar.

La gran pregunta que me hago es qué camino va a tomar la izquierda (la derecha lo tengo bastante claro), ¿seguirá publicando selfies con pandas en Instagram?¿seguirá luchando por la corrección política en redes sociales?¿seguirá obviando que en España tenemos 3600 suicidios de media al año?¿seguirá tratando a la UE como algo incuestionable o tabú? o empezará a centrar su discurso en soluciones reales a la distribución de la riqueza en un país cada vez más desigual.

Hace dos años escribí una entrada que se llamaba "toda trinchera hace frente", seguimos haciendo el gilipollas dando más cancha a las cosas que nos mastican los medios que a los problemas reales que tenemos en la puerta de casa, pero no os preocupéis: la gente que irá en listas para las próximas elecciones (a la que vamos a votar) seguirá sin pisar una junta de distrito hasta que empiece la campaña electoral de turno.

En fin, me voy a currar.

domingo, 23 de octubre de 2016

Toda trinchera hace frente



Hoy he estado hablando con compañeros de otro partido político, cargos orgánicos concretamente; son un partido viejo de carácter nacional y sin representación que por supuesto ha sacado más votos que UPYD en las últimas elecciones. Me han ofrecido unirme y en contrapartida me he visto obligado a preguntarles sobre su actividad a nivel local, ya que son cientos en Valencia y nunca los he visto en una junta de distrito y eso que su sede está a 200 metros de la junta de Ruzafa.

La respuesta ha sido desconcertante, concretamente que la política local no es la base de su partido y que ellos se organizan para cambiar las cosas a nivel nacional; que en el momento político actual no toca (ni ahora ni hace cuarenta años por lo visto). Es curioso que las palabras "moción", "PGOU", "propuesta de acuerdo" o "contencioso" les sonaran a chino (guiño, guiño), tampoco sabían a qué órganos institucionales corresponden los tres poderes, dónde reside la soberanía según la Constitución, ni en qué estructuras podían participar como partido sin representación. De hecho uno de los componentes ha hecho mofa de todos estos conceptos tildándolos de “cosas legales”, que ellos se dedican a “difundir su programa” y a “organizar la organización para organizar las cosas” y las tres cosas que me han dicho que organizaban han sido cuestiones puntuales en el ámbito nacional a lo largo de la última década y campañas electorales.

Señores, esto sería una anécdota si solo ocurriera en partidos marginales; la triste realidad es que es así en todos los partidos políticos y estos dos años de campañas electorales sin descanso han acentuado todavía más el problema:

La mayoría de las personas que conozco no se han dado cuenta de que centrándose en el culebrón parlamentario, lo único que hacen es opinar de contenidos de fácil acceso que ya vienen masticaditos desde todos los medios: prensa, radio y televisión; de fácil polarización y posicionamiento, en los que no pueden hacer absolutamente nada, destruyendo la poca conciencia y militancia política que quedaba en las bases del activismo político:

Para qué centrarnos en las cosas que podemos cambiar como ciudadanos y en las que podemos participar directamente, teniendo que ir a juntas, a plenos, a reuniones informativas o recurriendo a prensa de más baja difusión “picando directamente la información” que va a repercutirnos en el día a día y que nos va a generar una rutina de acción política y un rodaje con el funcionamiento institucional: Registros de entrada, seguimientos políticos, reuniones con formaciones, secretarios y concejales. Pero cuya recompensa es nula a los ojos de los medios aunque realmente forjen la base de un proyecto político en el siglo XXI.


¿Para qué realizar esa pedagogía política? Tal vez para tener una democracia saneada y unos partidos en los que la militancia sirva para algo más que para pegar carteles. Es muy bonito soñar con liderar un cambio político en España sin pisar la trinchera que tienes frente a la puerta de tu casa, luego pasa lo que pasa: los malos ganan y todos perdemos; pero la gente contenta porque tiene muchos “me gusta” o “retuits” en sus comentarios sobre esa noticia que ha salido por la tele o en El País.

jueves, 9 de junio de 2016

Empatía e identidad

Siempre he respetado que cada cuál defienda su identidad, sea la española, la saforahui, la valenciana o la kurda. Entiendo que las personas que se sienten parte de una identidad colectiva, la defiendan o la impulsen para ampliar el gremio y de paso generar diferentes formas de cultura de la que al final nos enriquecemos todos.

Sí, la identidad mola, pero al igual que todo, cuando se politiza se convierte en mierda.

La política en España saca lo mejor y lo peor de cada uno, pero en estos tiempos ha pasado a ser un show mediático que cada vez se asemeja más a un duelo entre ultras futboleros y las elecciones parecen ya la final de la Champions.

Si al menos ciertas burradas solo perjudicaran a los implicados, lo entendería y lo respetaría, pero no, acaban afectando a toda la sociedad.

Lo último es el vídeo que se ha viralizado sobre una turista entrevistada por los informativos de Antena 3 que afirmaba estar confundida por las señales en valenciano colocadas en Valencia por la administración de Joan Ribó. Al final ha resultado que ni era turista ni estaba confundida, ya que como muestran grabaciones donde ella presenta programas de televisión en perfecto valenciano, era una nativa más con el agravante añadido de que ha trabajado para el grupo A3Media.

He estado asistiendo a varias Juntas de Distrito en Valencia de diferentes temáticas y no he podido resistirme a preguntar a miembros de asociaciones vecinales sobre el tema, la respuesta siempre ha sido la misma independientemente del color político:

"preferimos que estén en las dos lenguas, ya que en Valencia mayoritariamente hay castellanoparlantes y no queremos que se armen líos por estos temas, ya que oscurecen los problemas reales que solemos tratar en las Juntas y que son menos jugosos para la prensa, aunque no supone ningún problema el hecho de que solo estén en valenciano para los vecinos"

En pocas palabras, no hay un estado de crispación en la ciudad por la señalización en valenciano.

¿Por qué quieren vender los medios un malestar inexistente en mi ciudad en prime time?¿Es porque gobierna Joan Ribó? Por todos es sabido que no soy muy fan del Bloc ni del nacionalismo en general, Ribó tiene sus luces y sus sombras pero no es el gran Satán ni come niños y estoy convencido de que su gestión es infinitamente mejor que la de su predecesora Rita Barberá.

Ahora bien, personalmente prefiero que los carteles y señales estén en las dos lenguas oficiales, no porque los que hablan castellano sean subnormales y no entiendan el valenciano, sino porque representa mejor la pluralidad y la paz social que existe en Valencia, paz social que nacionalistas y oportunistas de todos los signos y banderitas no dudan en intentar romper para vender unas siglas y unas políticas, a mi entender erróneas.

Joan Ribó nació en Cataluña, Grezzi en Italia, Ximo Puig en Morella y Zaplana en Cartagena, sintiéndolo mucho, para bien o para mal todos ellos son valencianos, primero porque viven en Valencia (Aunque de Zaplana no sé nada) y segundo porque quieren serlo: a mí me vale, no voy a ser yo quién tenga el monopolio para decidir quién o qué es valenciano o no lo es.

El problema son las personas y organizaciones que se arrogan dicho monopolio, seamos serios, el valencianismo blavero político (también llamado secesionista lingüístico) desde el hundimiento de Unió Valenciana es marginal, de la misma manera que el valencianismo independentista de corte catalanista, representado por ERPV-ERC y las CUP apenas tiene aceptación social.

Al final, el identitarismo ha quedado difuminado y dividido en política valenciana en dos bloques: Cs y PP tienen tics blaveros y PSOE, IU y Podemos tics fusterianos; luego está Compromís donde conviven diferentes concepciones de valencianía de la que hacen bandera y razón social.

Excepto Compromís ¿Por qué el resto de partidos con representación hacen discursos identitarios? Porque electoralmente sale rentable: asociar PSOE-IU-PODEMOS con el catalanismo es gratis y da votos, de la misma manera que si reivindicas supuestos agravios históricos durante el absolutismo y los asocias con una mala financiación o con competencias del Estatuto de Autonomía en pleno siglo XXI, consigues vender un discurso sencillo, épico y resultón.

Soy consciente de mi cuñadismo y que a veces puedo ser un demagogo, pero tengo que dejar clara una cosa: si alguien quiere defender políticas identitarias porque es nacionalista, está en su derecho y es legítimo; si esas propuestas tienen aceptación social y mis planteamientos no, pues adelante.

No me cansaré de recordar que un derecho se caracteriza por su universalidad, los derechos LGTB no son solo de los colectivos LGTB, son de toda la sociedad, de la misma manera que el derecho a la libertad de culto no es patrimonio solo de los creyentes, cuando un derecho no es universal, es un privilegio y en la España del siglo XXI aún quedan muchos por abolir o universalizar.

Cuando entramos en derechos lingüísticos la cosa no cambia, dichos derechos no son patrimonio exclusivo de una comunidad de hablantes, sean castellanoparlantes o valencianoparlantes, son derechos colectivos de ambos. Las lenguas no tienen derechos, las personas sí.

Esto implica que cuando una persona no puede acceder a una carrera en valenciano, porque solo hay docencia en castellano, se están violando sus derechos, de la misma manera cuando no hay documentos oficiales en castellano. Gobernar para todos no puede ser tan difícil si realmente hay vocación de servicio en los gobernantes. Es sencillo.

A la mayoría de las personas de mi contexto social les importa un pepino si es en valenciano o castellano, primero porque somos bilingües y segundo porque no somos talibanes. Pero soy consciente de que no es la norma y no empatizar con personas que viven realidades diferentes es un error. Empatía señores, empatía.

Sin empatía nos radicalizamos y deshumanizamos innecesariamente a personas como nosotros que en el fondo solo quieren un mundo más justo y ser felices.
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